
Mientras el planeta sigue rotando sobre su
propio eje, mientras las horas, minutos y segundos corren sin cesar, el mundo
avanza incontrolablemente. Es completamente irrisorio mirar atrás y esperar con
absurdo anhelo que el presente y el mañana permanezcan de la misma forma del ayer, como si el espíritu del tiempo fuera ese enemigo acérrimo de la humanidad
el cual es capaz de enclaustrar la memoria y nos obliga con total procacidad a
vivir...