Y ahí estaban ellos
dos, frente a frente abandonados a su suerte. No se podía decir si ese era
precisamente un encuentro apropiado, tampoco sabían si estaban preparados para
ese momento, no entendían cual era la intención de los dioses que provocaron
ese acercamiento inesperado, las paginas ocultas del destino los había
enfrentado cara a cara y para los dos era imposible desviar la mirada. Estaban
estupefactos y totalmente inmóviles, sus cuerpos habían perdido la conexión
con la mente, sus voluntades oscilaban entre la razón y el deseo; sus cuerpos
obedecían a la razón mientras que su mente y alma respondían al capricho del
amor.
Se encontraban ante un
shock emocional tan grande y tan fuerte que posiblemente se podría crear un big
bang en medio de los dos. El amor y el dolor los tenían ahí, quietos e inmóviles sin capacidad
alguna, sin inteligencia sensitiva y sin algún tipo de razonamiento.
Sus miradas se
encontraban profundamente conectadas, parpadear era completamente innecesario
ya que la fuerza en ellas era tan grande
que producía un magnetismo visual capaz de anular cualquier gravedad en medio
de los dos.
Sus respiraciones entrecortadas
emitían ritmos armoniosos como si cantaran el himno del amor y el dolor en
medio de su agitación, aquel mismo himno que sólo los dioses cantan en la
gloria y en la divinidad.
Sus labios habían
quedado totalmente sellados, habían olvidado la capacidad de habla, habían
olvidado cualquier tipo de palabra, pero conocían perfectamente el lenguaje del
amor y la sublime danza de los besos.
y fue ahí en ese
momento, en ese preciso lugar donde olvidaron su existencia y se condenaron a
besar hasta consumirse y apagarse eternamente como las estrellas.
0 comentarios:
Publicar un comentario