Los recuerdos se
instalan en la mente, mientras que el
sosiego de la añoranza evoca todo lo que alguna vez fué y lo que el paso del
tiempo sembró en su camino. Recordar es un ejercicio vital para la humanidad ya
que esta es la forma más idónea de
experimentar el mundo y es el único camino
de verlo por segunda vez con el deslumbrante impacto de la primera
vez. Pues así iba yo, inmerso en ese
océano de recuerdos, volviendo a lo básico, volviendo a aquellas épocas donde
todo era más sencillo y donde alguna vez todo fue mejor.
Tengo millones de
recuerdos capaces de oxigenar el alma en la adversidad, tengo millones de
ilusiones que me evocarán en el presente todo lo que una vez fué, pero uno de
los recuerdos más fascinantes en toda mi
vida es sin duda alguna en frente del televisor mientras veía las ocurrentes
historias del chavo del ocho. Desde ese entonces puedo decir que cambió todo mi
sentido del humor.
Hoy, Roberto Gómez
Bolaños cumple un año de muerto, no es solo es el aniversario de la muerte de
este creativo director, guionista, dramaturgo, escritor y productor, sino que
también se cumple un año del apagón de uno de
mis más anhelados sueños, el cual era conocerlo. Es tan grande mi
admiración y mi gratificación hacia él
que estoy seguro que lo inmortalizaré y lo tatuaré en mi mente durante
el resto de mi vida ya que es a él a quien le debo una infancia feliz. Gracias
a Chespirito pude entender que siempre hay motivos para reír, que el antídoto a
los problemas siempre será el humor y que se pueden callar palabras pero jamás
la risa.
Uno de los episodios
que guardo en mi memoria con bastante cariño y bastante gracia fue aquel
momento de la sesión de espiritismo cuando la bruja del 71 se ofrece para
realizar una sesión de espiritismo para intentar contactar a los espíritus
chocarreros. Al final, don Ramón y doña Florinda terminan muertos del susto por
culpa del chavo que estuvo durante toda la sesión escondido bajo la mesa. Otro
momento épico fue cuando el chavo, Quico y la Chilindrina entran a la casa de
la bruja del 71. Cuando esta pregunta “Quien anda ahí?” y luego de que imitaran
el maullido de satanás, la mascota de la bruja, el chavo responde “Otro gato!”.
De Chespirito no solo
aprendí a reír hasta descocer el alma,
también fué mi mentor filosófico, aprendí cosas de la vida como: “la venganza
nunca es buena, mata el alma y la envenena”, “fue sin querer queriendo”, “lo
último que se pierde es la barriga señor esperanza”, “primero muerto antes que
perder la vida”, “si tengo padres, nomás no me los han presentado”, “tómalo por
el lado amable”, entre muchas otras maravillosas frases. Y si se piensa bien
cada una de estas tiene un contenido filosófico bastante profundo.
Sin querer queriendo
cautivó a todo un continente, rompió las barreras culturales y se convirtió en
uno de los comediantes más aclamados del universo, fue sin querer queriendo que
contagió de risa a toda una comunidad latina que necesitaba de él, una mayoría
que cansada de las penurias se sentó a reír a carcajadas dejando por un momento
los problemas. Sin querer queriendo fue el responsable de que muchas
generaciones rieran al unísono, sin querer queriendo fue responsable de mi
infancia feliz….Muchas gracias al gran
maestro Chespirito.
0 comentarios:
Publicar un comentario