jueves, 21 de enero de 2016

LO QUE GRITA LA AUTOESTIMA LO CALLA EL EGO

Navegando en el mar de la cotidianidad veo las miles de máscaras que adornan los diferentes egos y personalidades que circulan en las calles de esta embrollada sociedad, como si de pronto la vida por medio de su curso natural hiciera una fiesta haciendo tributo a la diversidad cultural.

Es natural que una sociedad superpoblada tienda a perder  su propia identidad, lo que no es natural es que esta  misma sociedad  en la individualidad  se desconozca así misma. El tan frecuente mal hábito de “Usted no sabe quién soy yo” es tan solo un perfecto ejemplo evidenciador de esa necesidad absurda de ser recordados y reconocidos tras haber hecho algo indebido, esa carencia de atención  es tan solo el manifiesto de que  tan vacíos están nuestros egos.

Cuando se hace referencia al ego siempre se tiende a confundir con la autoestima, pero lo cierto del caso es que estos dos elementos no andan en la misma frecuencia ni siquiera colindan  en la misma órbita. José Vicente Bonet, psicólogo de la  Universidad de Granada España define la autoestima   como el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos dirigidos hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y de nuestro carácter. En otras palabras, es el juicio que hacemos sobre nosotros mismos. Ahora bien,  a diferencia de la autoestima el ego es la instancia psíquica por la cual el individuo se reconoce como “yo” y es consciente de su propia identidad.

En el transcurso de nuestras vidas es natural encontrar personas que en su carácter pretenderán demostrar tener una personalidad triunfadora, pero lo cierto del caso es que esta necesidad  es tan solo el manifiesto de muchas carencias. Estas personas se reconocen fácilmente debido a que siempre hablan de ellas mismas, se jactan de sus triunfos en cualquier oportunidad y nunca reconocen sus caídas sino que dejan caer la culpabilidad de sus fallas en otros.  Otro gran síntoma del ego es esa errónea conectividad entre la vulnerabilidad y la debilidad, suelen sentirse vulnerables y humillados ante cualquier caída o error y es por esta razón que  empiezan a edificar sus propios muros imaginarios donde arman una fachada llena fantasías con cimientos llenos de falacias.


Aparentemente mantener un equilibrio sólido entre ego y autoestima resulta ser un acto bastante complicado. Sin embargo aprehender una actitud humilde podría ser un buen comienzo  para tener una autoestima saludable, ya que reconocer nuestras virtudes y nuestros defectos abren el camino no solo a una autoestima alta y sana sino que también abre la puerta para llegar a una inteligencia emocional.

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