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VOLVER A LO BASICO

VOLVER A LO BASICO, ES UNA FILOSOFIA PROPIA DE VIDA DONDE SE INVITA AL LECTOR A RECONOCER DESDE LO MAS PEQUEÑO HASTA LO MAS GRANDE, ENTENDER QUE TODO ELEMENTO NATURAL ESTA DOTADO DE ESPIRITU

JOAN SEBASTIAN ANDRIOLI

VOLVER A LO BASICO ES VOLVER A DONDE TODO COMENZO

sábado, 25 de julio de 2015

LA ÚLTIMA HOJA DEL OTOÑO

Bajo el mismo árbol donde había prometido amor eterno se encontraba él, solo y meditabundo, supeditado a la espera mientras pensaba en lo fluctuante que es la vida; pensaba en la vigorosidad de la juventud y en la fragilidad de la vejez. Pues ya no era el mismo de hace 50 años, su cara estaba totalmente llena de pliegues de piel, algunas manchas en su rostro y vello facial donde no había antes. Pero aun así era necio y terco, seguía aferrado a la idea de volver a ver aquella sonrisa, la misma sonrisa promotora de sus fantasías y de sus ilusiones, la que se disipó en la bruma dejándolo de un momento a otro instalado en la soledad y en la tristeza. 

Ahora se sentía aprisionado en su propio mar de lamentos y para él no existen palabras para describir el desahuciante sentimiento de pérdida que lo desgarraba por dentro, se resistía a la idea de no poder verla de nuevo y como resultaba más sencillo dejarse llevar por la ensoñación, que vivir la cruel realidad, dejaba dar rienda suelta a su imaginación abrazado a la esperanza de verla una vez más sentada a su lado bajo aquel árbol. 

Los recuerdos se colaban en los entresijos de su mente mientras tomaban el control de sus emociones, revivió los encuentros amorosos junto a ella bajo ese mismo árbol, sintió en su rostro la reconfortante brisa del otoño mientras sentía correr por su cuerpo la cálida sensación del amor. De repente, tuvo la certeza de que era ella quien movía su mundo, era ella su eje central, su hilo conector con el universo, su polo a tierra y su gravedad. Ya sin ella nada tenía sentido. Sus dolencias y sus enfermedades comenzaron a acecharlo, su vitalidad se esfumó tras ella como si de un momento a otro le cortaran los hilos de la vida y le dejasen caer en el precipicio de la muerte.

Cansado de ese vaivén que lo llevaba de la euforia a la melancolía, exhausto de ese torbellino de emociones, se abandonó a su suerte y se dispuso a llamar a la muerte, y le exigió piedad. Sintió por fin el susurro del eterno descanso, abrió sus brazos y se dejó abrazar por ella. Y fue ahí, bajo el mismo árbol en el que una vez prometió amor eterno, donde sucumbió ante la espera y se entregó al deceso. Y fue así como cayó la última hoja del otoño.


miércoles, 1 de julio de 2015

MONÓLOGO DE UN ALMA ANDARIEGA

Tal vez llevo esperando muchos años, quizás siglos y milenios. He navegado por este mundo con  diversos cuerpos, he sido fiel espectador entre la vida y la muerte, he llorado con distintos ojos y he reído con total felicidad. Pero aquí estoy, sumergido en la incertidumbre sin saber quién soy, involucrado en la perplejidad de la existencia con la inquietante necesidad de encontrar el complemento de mi alma.


He deambulado por muchos mundos, he cruzado fronteras, he andado por mares, conozco distintas dimensiones. Pero aquí estoy, sin brújula y  sin horizonte alguno sin la certeza de pisar un suelo.

He conocido el amor en la fraternidad, he sido padre, he sido hijo y también  hermano. Puedo decir que conozco más almas que cuerpos en esta vida terrenal. Pero aquí estoy, sumergido en mi propia soledad abrazando a la melancolía.

He vivido y he muerto numerosas veces. He visto la  luz en la oscuridad así como también he visto  el lado oscuro de la luz, conozco el deceso y conozco la vida. Pero aquí estoy, condenado a transmutar hasta encontrarme.

He volado sin necesidad de alas, he sido amigo del viento. Soy fuego cuando tengo hambre y soy agua cuando tengo sed. Conozco la opulencia en la riqueza así como también conozco  la escasez en la pobreza. Pero aquí estoy,  con mi cuerpo inerte y mortal viviendo en lo recóndito del universo.

He sido feliz y también infeliz, he llorado hasta carcomer el alma, he reído con el glorioso regocijo de un soplo de Dios. Conozco la brisa fresca del amor así como también conozco el desahuciante abismo del miedo. Pero aquí estoy, aferrado a la esperanza, sometido a la vida y con los ojos vendados.

Pero luego te vi nacer y me inyectaste de vida nuevamente, le diste de beber a esta alma tan sedienta, dotaste de luz y color  a mis propias sombras, fuiste el milagro divino para este espíritu  bohemio y transeúnte. Pero heme aquí, reencarnando eternamente para poder verte nacer y poder encontrar por fin la razón de mí ser.  Soy consciente de que la espera fue larga, pero mi prolongado y constante paso por este mundo solo se debe a este encuentro entre tu alma y la mía.