jueves, 8 de enero de 2015

UNA POESIA VISUAL LLAMADA ARMENIA

Detrás de un relieve montañoso, cerca de la cordillera central se esconde una majestuosa musa reina de las montañas, una mística diosa vestida de 350 verdes, una diosa que envuelve y enamora con su magia, aquella misma inspiradora de músicos poetas y artistas que se sintieron embrujados por sus encantos, pues ya lo decía muy bien la gran cantora Carmenza Duque en su canción “en el corazón del Quindío”:
“Extraño su silencio y sus caminos en herraduras y esa montaña verde cuidando el fruto que se madura, llevo mi cafetal en el corazón porque allá están los míos y entre los surcos y platanales vuela su espíritu, aunque sea de lejos sigo al frente de la cosecha porque en una nueva vida por más bonita que sea no me interesa.”

Hablo de la galante Armenia, de la milagrosa ciudad que renace de sus escombros como cual ave fénix que renace de sus cenizas, la seductora y coqueta Armenia que con sus simples fonemas resulta un manjar para la articulación de sonido………”AR- ME- NIA” tres diferentes silabas  alusivas a la majestuosidad de los componentes paisajísticos y que según a la matanza por parte de los turcos  en una región de Cáucaso llamada Armenia, se le dio este nombre como muestra de solidaridad y condolescencia ante los damnificados de esta catástrofe.

Sin duda alguna cuando se habla de Armenia se hace una invocación mental a este espíritu mágico del café, ese mismo grano misterioso capaz de proveer al paladar múltiples tonalidades amargas y acidas con 36 diferentes tipos de aromas que provoca una exquisita danza para el despertar de los sentidos. El gran ilustre escritor y ganador del premio nobel de literatura Gabriel García Márquez icono de nuestra literatura Colombiana y creador del realismo mágico, ya había hecho una pequeña e indirecta relación entre armenia y su obra “cien años de soledad” celebérrima novela en la cual el coronel José Arcadio Buendía va con su familia a visitar la feria de los gitanos que habían visitado Macondo, allí se encuentra con un armenio que anuncia poseer un jarabe para hacerse invisible, cabe anotar que esta corta mención hecha por tan portentoso escritor no es la única que se hace sobre armenia en sus obras, también se puede evidenciar que en todo el género literario del realismo mágico implementado  en sus obras, se hace un llamado hacia el paisaje cultural cafetero cuando se trata la verosimilitud entre lo real y lo mágico de los guaduales, los bosques, los cafetales, y las centenares tonalidades verdes propias de armenia. Resulta casi imposible no dejarse seducir por ese clima cálido que seguramente evocará en nuestra mente ese recuerdo prominente de algún romance veraniego, aquel mismo ambiente capaz de inspirar a cualquier pintor o poeta a retratar sus más inmanentes emociones y sensaciones, al parecer este mismo clima tiene un efecto entrelazador entre la confortable virtud de la amabilidad de los “cuyabros”, ya que su cordial servicio nos remonta en aquellas épocas donde la humildad era el equivalente a la caballerosidad, pues ya muy bien aquel ilustre y reconocido  artista  Jose Duván Lopez había plasmado en su obra “La casa quindiana”  varios aspectos propios de la personalidad “Cuyabra”: la amabilidad, la generosidad, la apertura y la simpatía propia de los Armenios. Es por esto que en su escultura situada en un eje concurrido de la ciudad, se puede apreciar una casa tradicional que tiene una escalera, un rellano, una chambrana, una puerta y una ventana abierta, lo que significa la entrada al cielo. Esta misma puerta representa un enorme pórtico para que extranjeros o personas de otras ciudades se sientan como en su propio hogar y sientan esa hospitalidad de los armenios, así como lo menciona el maestro Duvan en su discurso:




 “Esta es mi casa, esta es su casa, mi casa está abierta para usted, bienvenido a su casa”.

 Como no vivir encantado de esta ciudad tan prometedora si el mismo cielo se adorna con  miles de especies de aves que rinden tributo a la diversidad del color y que hace alguna especie de equilibrio en el ecosistema complementándose con la maravillosa flora que hay en los suelos, como si el mismo dios rompiera las leyes naturales y uniera el cielo y la tierra para formar así una poesía visual llamada Armenia. Por esto y mil razones más invito a que conozcan de este paraíso terrenal, paraíso con ambiente de hogar y que seguramente sin alguna coincidencia es el mismo jardín del Edén, la misma tierra prometida ubicada en el corazón del país de la felicidad, donde el gélido viento acaricia las montañas, donde la magia se instala en cada rincón de este glorioso país.

ELABORADO POR JOAN SEBASTIAN ANDRIOLI

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